La casa de Asterión. Es el título de la tesis que Kevin Joseph Hernández Villavicencio presentó como trabajo final, previo a la obtención de la licenciatura en Artes Visuales por la Universidad de las Artes.
Ante el tribunal de defensa, integrado por los docentes José Andrade Briones, tutor del proyecto; Jorge Alfredo Aycart Larrea y Juan Carlos Fernández, el exestudiante UArtes indicó que La casa de Asterión la conforman registros de video, found footage y demás archivos audiovisuales, a los cuales, mediante la manipulación digital e instalaciones, logra darles nuevos sentidos y significados de su valor original. El propósito es lograr de manera lúdica la creación de nuevas realidades e historias que merodean en su cabeza, gracias a las experiencias adquiridas a lo largo de su vida.
“Por medio de estas manifestaciones busco que el espectador/usuario desarrolle sus propias historias partiendo desde la primicia de mis experiencias, y de esta manera en una suerte de cadáver exquisito generar realidades alternas en cada mente”, explica en el documento de su trabajo final, donde subraya como motivación del proyecto que mientras crecía desarrolló un interés particular sobre el ser humano, un sujeto que se encuentra sometido a constantes cambios, los cuales varían dependiendo el contexto o experiencias por las que se esté atravesando. “Obviamente que desde que nacemos hasta que nuestros cuerpos perecen existirán una serie de factores que evidencien tales cambios, sin embargo, me refiero a cambios internos, a esos que solos aquellos seres entrenados pueden percibir”.
Menciona también la empatía por el otro, lo cual lo ha acompañado hasta la actualidad. “Despertó en mí la motivación de este proyecto que lleva por nombre el cuento de Jorge Luis Borges: La casa de Asterión (1947), donde el protagonista es un minotauro encerrado en un laberinto, que repetidamente batalla con emociones y sentimientos que lo transforman constantemente en un ser u otro debido a sus experiencias previas”.
Para el proyecto se usó como sujeto de estudio e investigación, para hablar, estudiar y experimentar sobre sus temores, miedos, anhelos, dudas, victorias y fracasos, a fin de evidenciar cómo estos factores participaron en la construcción del sujeto que es ahora, pero que odia al que fue. “Mediante el recurso del video y videoinstalación, encontré en estas herramientas una plasticidad/maleabilidad que me permiten desarrollar y crear universos existentes en mi cabeza, que debido a su compleja abstracción difícilmente podrían ser manifestados en la vida real, ya que en este recurso –como si de un lienzo se tratase– doy rienda suelta a la creación de nuevos seres y mundos extraños”.
Señala que su trabajo comienza y toma forma en la materia de Realización Audiovisual, “donde empiezo una exploración profunda y amplia sobre el video y cómo el mismo me permite dar forma a relatos e historias que solo existen en mi cabeza. Siempre parto con una idea y la transformo en video. El recurso que más utilizo para la elaboración de mis proyectos son los found footage, ya que me apropio de este material para luego darles un nuevo sentido mediante el montaje”.
Su interés por crear narrativas a través del video/found footage y preguntarse de dónde provienen estos videos, a quién pertenecerán, su fecha de creación y su destino, “despiertan en mí cuestionamientos sobre la plasticidad que el video puede ofrecer y sobre las múltiples posibilidades de creación a partir de este medio, reinventando así su significado original y convirtiéndolo en un puente para exteriorizar todo aquello que me pertenece, debido a que en muchos de estos videos encontrados, identifico ciertas características de experiencias propias y me imagino como el protagonista de estas historias. Los artistas nacionales que seleccioné para entablar un diálogo con mis propuestas son: El antropólogo X. Andrade y los artistas Cristian Villavicencio, Rosa Ávila y Luis Ramírez”.